Mucha gente se queda parada cuando decimos que somos caricaturistas (mi marido también lo és), nos miran como bichos raros que viven del aire y se alimentan por ósmosis.
¿Pero, eso da para vivir? preguntan con cara de lástima. La verdad es que cualquier trabajo te da para vivir, otra cosa es cómo quieres vivir.
Eso lo aprendí sobre todo en Colombia, donde conocí personas que habían enviado a sus hijos a la universidad con lo que ganaban en un puestico de arepas ambulante (bollo de carne típico en Colombia).
Pero también he conocido a personas que llegan a lo más alto de la cumbre en su trabajo, en su empresa, en su carrera, y cuando están arriba se dan cuenta que la vida que llevan no es la que querían, que no ven a sus familias, que han tenido preinfartos y que el dinero no les da la felicidad.
Y ahí está la diferencia. La felicidad ( digo yo, aquí desde un rinconcito) la da, poder hacer lo que te gusta, a la hora que quieras y como tú quieras, sin recibir órdenes de jefes que no saben lo que dicen, sin tener que aguantar compañeros de trabajo que se cortan las uñas en su escritorio, sin tener que llegar a la hora en punto e irte dos horas después de tu hora señalada.
Todos esos detalles convierten el trabajo en algo odioso, tedioso, algo que se te clava en la espalda, que te cambia el humor, que te hace mutar en esa persona encorbada y seria que viste un día en una oficina cuando eras pequeño.
¿Cuántos de nosotros, caricaturistas, ilustradores, animadores, pintores etc. Nos pasamos hasta la madrugada haciendo lo nuestro y no nos damos cuenta del reloj? porque cuando haces lo que te gusta, cuesta menos trabajo y a veces deja de ser trabajo.
Y lo más lindo: Da para vivir :-)