Hombre solo, su libro más vendido, no describe para nada su condición en este planeta. Mingote no fue sólo un hombre, Mingote fue un genio capaz de elevar la caricatura a los más altos estrados y en eso nos hizo un gran favor a todos los que nos dedicamos a este oficio.
Miembro de la real academia de la lengua, nos deleitaba con sus trazos y sus letras.
Lo conocí en Alcalá de Henares en 1988, el año en el que la Fundación General de la Universidad de Alcalá de Henares le entregó el premio Quevedos, capaz de darle ordenes al rey con la dulzura de una niñera, Antonio se robó el show.
Poco después la misma universidad le otorgaba el Honoris causa en el 2005 y tuve el privilegio de volver a verlo y compartir la visión de su amable y tierna figura.
Hoy ya no está con nosotros, nos deja la línea perfecta de sus dibujos, su sonrisa sincera y la alegría de saber que se le reconoció en vida.
Querido Mingote donde quiera que estés seguirás siendo un maestro para muchas generaciones.
Gracias por intentarlo y por lograrlo.
